jueves, 26 de febrero de 2009

IDENTIDAD PERUANA


La búsqueda de una identidad nacional peruana ha sido la gran aspiración que políticos, caudillos e intelectuales han buscado para el país, desde la propuesta criolla hasta el indigenismo más extremo. ¿Qué somos?, ¿cómo somos?, ¿qué nos identifica como peruanos? Esta búsqueda, en pleno siglo XXI, continúa sin resultados que satisfagan las expectativas latentes de identidad nacional, pese a que contamos con mayores elementos de juicio que contribuyen a comprender y perfilar mejor nuestra identidad. En el Perú existe una tendencia a marcar y subrayar las diferencias culturales y raciales, en contraposición al hecho que posibilitó la construcción de nuestra historia nacional mestiza y para el que, desde el enfoque cultural e identitario, resulta difícil encontrar un “término” que involucre y explique ese mestizaje.Sobre la primera tendencia, es preciso señalar que está fundamentada en verdades de perogrullo. Así, el Perú es cuna de múltiples culturas como la quechua y aymará, cuya cosmovisión es distinta a la afroperuana, shipiba o aguaruna, también peruanas, y las de éstas disímiles a la costeña o a la netamente occidental. En nuestro país existe una apología a la diversidad cultural e identitaria, que subraya las diferencias de origen y que tiene un prurito racial y cultural muy fuerte. Por ello, no es extraño que escuchemos contraponer culturas, como la cultura indígena vs. la occidental, o considerar a la nación aymará como algo distinto y antagónico a las otras culturas. Siendo así, resulta difícil converger en una identidad nacional que vertebre todas las manifestaciones del ser nacional. Es bueno precisar que no se trata de sumar la diversidad cultural e identitaria existente en el Perú y tener como resultado una nación supuestamente cohesionada. Por otro lado, en el Perú encontramos nuevos procesos de expresión cultural e identitaria que van mas allá de las diferencias existentes; procesos culturales que empiezan a darle nuevos rostros y formas a eso que llamamos peruanidad. Desde el siglo pasado se empezó a vislumbrar señales de ello. Los pobladores andinos no solo han poblado físicamente las grandes y pequeñas ciudades de la costa. Son sus rostros, vivencias y expresiones culturales los que han dado lugar a un mestizaje que, a las claras, pinta de cuerpo entero la realidad que se avizora: un país con perspectivas históricas que sintonizan con las aspiraciones de todos los peruanos y que se expresa en un término que aún tiene cierto lastre despectivo, pero que ahora cobra valoración social y económica: “lo cholo”. Término peyorativo –como lo sigue siendo la expresión “serrano” o “indio”– que pone al desnudo un racismo aun insistente en algunos sectores de la sociedad peruana.Al respecto el testimonio de José María Arguedas, describiendo al Perú de los años 20 del pasado siglo, es ilustrativo:“(…) un ‘serrano’ era inmediatamente reconocido y mirado con curiosidad o desdén; eran observados como gente bastante extraña y desconocida, no como ciudadanos o compatriotas. En la mayoría de los pueblos pequeños andinos no se conocía siquiera el significado de la palabra Perú. Los analfabetos se quitaban el sombrero cuando era izada la bandera, como ante un símbolo que debía respetarse por causas misteriosas, pues un faltamiento hacia él podría traer consecuencias devastadoras. ¿Era un país aquél que conocí en la infancia y aún en la adolescencia? Sí, lo era. Y tan cautivante como el actual. NO era una nación”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Huaralino:
Sentirnos orgullosos de ser peruanos es convertir nuestras diferencias en oportunidades para todos, somos un gran país ¡viva el perú carajo!